Arteterapia, deterioro cognitivo y daño cerebral.
La Arteterapia permite a las personas con deterioro cognitivo y daño cerebral expresar sus emociones de forma libre y respetuosa, favoreciendo los procesos emocionales asociados a la enfermedad.
En 2016 comencé a acompañar a personas que sufrían deterioro cognitivo y daño cerebral.
Se trataba de ofrecer esta metodología dentro de un centro de día con diferentes servicios y terapias complementarias, en formato grupal e individual.
Desde el centro se ofrecen a las personas participantes (en adelante participantes) y a sus familias entornos de respeto y autonomía para llevar una vida digna.
En este sentido, la Arteterapia trata de ampliar las posibilidades de expresión de cada persona a través de lenguajes artísticos y corporales desde un paradigma del arte como forma de expresión humana más allá del resultado estético.
¿Qué tipo de personas acudían a las sesiones de Arteterapia?
Las sesiones estaban dirigidas a cualquier persona adulta asistente al centro que pudiera beneficiarse de las posibilidades expresivas de las técnicas artísticas y del encuentro en grupo.
Desde el equipo multidisciplinar del centro se nos informaba de los casos en que se valoraba como positivo ofrecer nuestros encuentros, ya fuera por intereses artísticos previos, para ofrecer otros medios de expresión o para fomentar las relaciones entre participantes desde un encuadre de trabajo de libre expresión.
Una vez recibida la propuesta, las Arteterapeutas, Rosa Casanova y María Sanz, ofrecíamos unas sesiones de prueba para que de forma vivencial cada participante pudiera probar cómo se sentía en el grupo, con nosotras y con las dinámicas que facilitábamos.
La participación en las sesiones era voluntaria tanto en asistencia como en la participación de las actividades sugeridas. Buscamos así establecer una relación de permiso y respeto por el ritmo personal de cada individuo a la hora de compartir y expresar.
A nivel de sintomatología, diagnóstico y necesidades específicas tratábamos de abordar nuestro encuadre desde el nivel más humano, dejando a los profesionales sanitarios esta parte más médica que en nuestro caso sentíamos que podía limitar de base una relación terapéutica sin juicios ni expectativas previas.
Esta decisión nos ayudó a crear grupos donde el punto en común no era el diagnóstico, las dificultades o las limitaciones. Lo que nos unía era el deseo de encontrarnos en un espacio y tiempo común donde poder expresarnos libremente usando cualquier lenguaje que nos ayudara a hacerlo, y aquí es donde entraba el arte y el cuerpo.
Así, a las sesiones acudían personas, con nombres y apellidos, historias, miedos, deseos, penas y alegrías. Personas, más allá de los diagnósticos o la enfermedad.
¿Cómo eran las sesiones?
Las sesiones eran de frecuencia semanal, con una duración aproximada de entre 45 minutos o una hora y en grupos de entre 3 y 10 participantes, según las posibilidades de tiempos y espacios del centro donde se desarrollaban, de la valoración de la evolución de los vínculos grupales y del momento vital del grupo.
Los grupos eran estables y las terapeutas regulábamos el aforo con la premisa de velar por la calidad del tiempo y el espacio que necesitaba cada participante para estar a gusto.
En casos específicos se ofrecían también sesiones individuales.
Durante los cuatro años de este proyecto cada sesión seguía aproximadamente la misma estructura:
- Encuentro y momento de compartir cómo nos sentimos y qué necesitamos.
- Dinámicas de conciencia corporal tomando las necesidades del grupo.
- Espacios de creación libre con diferentes materiales a disposición libre.
- Encuentro en grupo para compartir cómo nos encontrarnos y qué experiencia hemos vivido.
¿Qué beneficios tiene la Arteterapia en estos casos?
Antes de citar los beneficios concretos del uso de Arteterapia en el acompañamiento a personas con deterioro cognitivo y daño cerebral es importante destacar dos aspectos del contexto vital en el que se encuentran ellxs y sus familias.
Cualquier enfermedad nos hace sentir la vulnerabilidad de nuestro cuerpo, y en el caso de este tipo de diagnósticos se añade una vivencia generalizada de pérdida, limitación y frustración que requiere de cambios a muchos niveles.
En este sentido cierta parte de las intervenciones y apoyos sociosanitarios están enfocadas como es lógico a alimentar el optimismo, la esperanza, la motivación para la aceptación, la lucha diaria y el disfrute por cada pequeño logro o avance.
Lo que queda por tanto negado y desatendido son todas esas experiencias y emociones más difíciles de acompañar como son el enfado profundo con la vida, la desgana y la desesperanza para afrontar cada día, la dificultad de encontrar una motivación cuando cada día se pierde algo o se entiende menos el mundo exterior, la dificultad para encajar en un mundo y unas rutinas que a todas luces nos exigen estar a la altura aún sin quererlo.
Por otro lado, es complejo para todas las personas afectadas por un diagnóstico de este tipo ayudar, cuidar y acompañar a un familiar respetando sus deseos y necesidades y las de su entorno. Apelando a su autonomía posible y confiando también en lo que saben que les va bien.
Sin duda encontrar el equilibrio es una tarea de autocuidado para los profesionales y familiares.
Por ello es también habitual encontrarnos con que al convertirse en pacientes y afectadxs, las personas que sufren este tipo de enfermedades, no sólo viven la enfermedad orgánica, sino sus consecuencias a nivel social, participativo y de pertenencia.
Teniendo esto presente, la evidencia de mi trabajo continuado durante 4 años en este sector, me permite compartir los siguientes beneficios que fui confirmando con las personas asistentes, el equipo multidisciplinar del centro y las familias con las que pude comunicarme:
- Permite compartir emociones y pensamientos dolorosos en un espacio libre de juicios.
- Mejora la escucha intersubjetiva y grupal aportando mayor capacidad de expresión.
- Amplía los recursos expresivos más allá de lo verbal y consciente.
- Recupera la capacidad de comunicación desde los lenguajes propios de cada persona.
- Facilita entornos de comunicación y regulación adulta desde el respeto mutuo.
- Alimenta la autoimagen positiva incluyendo todas las contradicciones posibles y las emociones más difíciles de compartir en otros contextos o con otras personas.
- Abre vías de participación grupal e individual desde la situación personal presente.
Todos estos beneficios nos permitieron además ofrecer servicios específicos de sesiones grupales e individuales al equipo de profesionales y a las familias para avanzar en la misma dirección y que tuvieran también espacios de cuidado y escucha.
¿Cómo acompañar el deterioro cognitivo?
Como resumen aportamos algunas breves orientaciones que han guiado las intervenciones desde este trabajo con Arteterapia y que pueden ser integradas en otros ámbitos profesionales:
- Atender a la personas, más allá de la enfermedad.
- Escuchar e incorporar los cambios necesarios y posibles para desarrollar encuentros libres de juicio, confidenciales y respetuosos.
- Descubrir junto con las personas sus medios de expresión alternativos dadas sus necesidades presentes.
- Escuchar y ver los contenidos compartidos por las personas desde una empatía donde no es imprescindible entenderlo todo.
- Flexibilizar los tiempos y ritmos de participación a la medida de cada participante.
- Aceptar y respetar la expresión de pensamientos, emociones y sensaciones asociadas al momento presente de cada persona.
- Favorecer la toma de decisiones y las iniciativas individuales y grupales.
- Alimentar el vínculo individual y grupal, entre participantes y arteterapeuta.
- Establecer y nutrir comunicación bidireccional con el resto de profesionales que acompañan a la persona y con sus familias.
Deseo que estas líneas sean útiles para todas aquellas personas que viven situaciones personales o cercanas de deterioro cognitivo o daño cerebral y estoy disponible para ampliar información.