Además, queremos contarte algunas posibilidades por si te apetece probar otras cosas y observar si alguna te sienta bien. Te dejamos algunas ideas que nos ha compartido nuestro equipo. Nos encantará saber las tuyas en nuestros comentarios más abajo.
Tener contacto con la naturaleza.
Los espacios naturales son una fuente de paz y sosiego que suelen ayudarnos a reconectar con nuestra parte más natural. Salir al aire libre y reconectarnos es una muy buen alternativa.
Y si es inviable, puedes optar por usar tu propia imaginación para hacer ese viaje, te sorprenderá lo rica que puede ser tu visión interior. Te dejamos algunos audios que igual te ayudan para estos casos.
- Contacto y ejercicio corporal.
Nuestro organismo está internamente en continuo movimiento y es posible que ni tengas conciencia de ello. Además es una máquina que está procesando energía constantemente y acompañar estos procesos es beneficioso para sentirnos también en movimiento.
Hacer estiramientos musculares, yoga y otros ejercicios y deportes facilita la liberación de energía. Además nuestro sistema endocrino genera hormonas que retroalimentan nuestro sistema inmunitario y lo fortalecen.
- Nutrirnos con alimentos que nos gustan y compartir los momentos con personas que nos agradan.
Comer no es sólo meter alimentos en el cuerpo, cuando hablamos de nutrirnos nos referimos también a hacer de los momentos de alimentación un ritual y un tiempo de aporte de cuidados. Es una oportunidad para parar y deleitarnos con nuestros sentidos, un tiempo que compartido reporta momentos de escucha y comunicación inigualables.
- Crear encuentros con personas y grupos que nos puedan cuidar también y donde poder mostrarnos sin juicios.
Parece arriesgado recomendar algo así en estos momentos, pero es posible hacerlo más allá de las limitaciones externas. Ahora, cuando la comunicación casi se ha visto limitada a los encuentros virtuales, te proponemos que trates de cuidarte en esos encuentros, que elijas aquellos que te aportan y en los que puedes mostrarte, pedir ayuda y expresarte. Quizás lo importante no es la cantidad si no la calidad de los encuentros.
- Ver la belleza en lo cotidiano.
Sí, mirar, con el corazón. Usando la vista no sólo para procesar información sino como fuente de placer y belleza. Puede parecer sencillo pero a menudo sólo vemos aquello que nos incomoda, que nos molesta, que no nos gusta, porque olvidamos ver todo lo demás, incluso en nosotros mismos. Te invitamos a mirar a tu alrededor y probar a “ver” la belleza. Por ejemplo, mirar al cielo y observar sus nubes y sus estrellas, mirar a tu alrededor para ver. Porque en esa belleza también estás tú.
- Mirarnos en el arte y crear nuestro arte.
El arte es una forma más de expresarnos, no es necesario saber hacer arte porque lo que te proponemos es usarlo como lenguaje en sí, sin un objetivo estético previo, simplemente una forma de sacar eso que sentimos dentro.
Puedes usar cualquier forma y técnica, es más orgánico que sea algo que te atraiga y que te lo propongas desde un lugar de juego. Te invitamos a danzar, pintar, moldear, fotografiar, grabar, cantar, contar historias, escribir. Te invitamos a descubrir cómo exteriorizar tu vivencia interior.
Y como complemento, sentir el arte creado por otras personas y tomarlo como una posibilidad de vernos en esas obras. Sea cuál sea la creación nos podemos ver por cercanía o lejanía resonando con lo que nos transmite la obra, quizás hasta te sorprendas de lo que te hace sentir.
- Escucharnos y tratarnos con compasión.
Con un poco de práctica se puede comprobar lo poquito que solemos escucharnos. Además el tipo de diálogos internos tan duros y exigentes que solemos tener nos llevan a des-cuidarnos e incluso a veces mal-tratarnos.
Te invitamos a poner atención y ofrecerte otros mensajes más compasivos y respetuosos. Algunas personas incluso usan la escritura creativa para enviarse mensajes que puedan compensar la falta de escucha o de mensajes de comprensión. Otra idea para explorar esta práctica podría ser concentrarnos en las personas que sentimos cerca de nuestro corazón y dejar que nos envíen mensajes y su propia luz.
Cinco canales de comunicación básicos para atendernos a través de ellos. Dentro de los pequeños placeres cotidianos podemos tratar de regalarnos experiencias sensoriales de calidad y placer. Deleitarnos con olores gratificantes, saborear los alimentos, explorar con el tacto más allá de tocar, cuidar lo que oímos y buscar sonidos que nos sintonicen y mirar más allá de lo que solemos ver. Todas son formas muy sencillas de volver al cuerpo y cuidarle. Una ducha con tiempo y dedicación, un paseo olfativo cerca de paisajes naturales, una melodía acorde con tu estado energético, mirar esas pequeñas cosas que están a nuestro alrededor y a veces ya ni percibimos, …
De forma inconsciente ya respiramos para vivir pero te invitamos a hacerlo con más atención y presencia. Este acto tan necesario y vital se puede convertir en una forma excelente de volver a sentirte y así poder valorar qué necesitas hacer.
Cada vez más estudios e investigaciones confirman los beneficios de explorar y practicar la respiración consciente como vía para el equilibrio mental, corporal y emocional. Y lo mejor de todo, no necesitas hacer nada más que darte unos minutos, por pocos que sean puedes encontrar beneficios con un hábito continuado.
Respirar puede ser el primer paso para empezar a meditar a tu medida usando tu respiración como punto de atención, y si lo vas desarrollando la meditación será el gran complemento.
- No hacer nada y buscar momentos en conexión contigo.
En la vorágine de la hiper-conectividad a través de dispositivos, olvidamos la necesaria parada de entrada de información para recargar nuestra energía y procesar todo lo que nos rodea.
Los momentos sin móvil, en silencio, sin notificaciones o de conexión interior, son cada vez más valiosos y necesarios. La capacidad de poder estar en soledad, sin hacer nada concreto es agradecida por nuestro sistema que necesita sus tiempos para integrar la actividad constante.
«Cada vez que un hombre ríe, añade un par de días a su vida», de Curzio Malaparte
Con esta cita, ¿quién no se anima a reír? La capacidad de encontrar motivos para reír, incluso en lo más dramático de nuestra existencia, es una bocanada de aire fresco para compensar la gravedad y el peso del día a día. Además moviliza infinidad de músculos y favorece la segregación de endorfinas que se relacionan con las sensaciones placenteras.