Nos alegra mucho contar con Marisé Barreiro en nuestro Postgrado Integración Creadora que comienza en Enero 2021 en Barcelona.
Le hemos vuelto a pedir que nos regalara algo para compartiros parte de su trabajo, y aquí va:
«ESCRIBIR LA VIDA
Cada día me siento a escribir mi vida, es mi práctica habitual. Tomo bolígrafo y papel y observo las palabras tomando forma a cada instante, creando una historia siempre nueva y sorprendente. Sobre la página se van entretejiendo fragmentos de diálogos con las personas que me encuentro por la calle, historias que llegan a mis oídos, los colores del cielo reflejándose en la ría de Vigo, mis recados cotidianos y mis sueños, las preocupaciones…. el torrente de mis pensamientos en flujo constante. Me zambullo y sigo la corriente sin oponer resistencia.
De manera inconsciente, mi respiración se acompasa con cada frase, cada párrafo.
Un ratito cada día.
Durante años la escritura me ayudó a atravesar conflictos que me paralizaban. Abracé la escritura en un momento de desesperación para sobrevivir, para no desintegrarme. A lo largo de los años fui creando un mapa de palabras como puentes que salvaban ciénagas peligrosas y me dejaban sana y salva al otro lado, donde el suelo era firme. La escritura me regalaba intuiciones fulgurantes como oasis que me permitían adentrarme cada vez más en el desierto que albergaba en mi interior, en mi propia nada. Así aprendí a explorar, a investigar, a encontrar espacios más allá del miedo. Me hice un poco más valiente, un poco más confiada.
En un momento dado empecé a disfrutar del proceso. Además de sobrevivir, empecé a reflejar la belleza a mi alrededor: mi prosa se hizo poética, musical, luminosa, a veces casi mística. Por esa época decidí que quería dedicarme a transmitir a los demás mi amor por la escritura.
Realmente es así de fácil: sentarte y escribir lo que sientes, lo que percibes, cómo te afecta lo que pasa a tu alrededor. Plasmar tus recuerdos, las historias que te han convertido en la persona que eres hoy. Hacerlo regularmente, de la forma más honesta posible, respetando tu propio ritmo y tu equilibrio. Eso es todo.
Los beneficios demostrados de la escritura expresiva son inmensos tanto en la salud física como en la emocional. Cuando escribimos de esta forma ganamos claridad, comprendemos nuestras circunstancias, encontramos respuestas a preguntas vitales; y a la vez reforzamos nuestro sistema inmune, calmamos el dolor y dormimos mejor, por mencionar algunos de los descubrimientos más significativos.
Escribir en grupo añade una nueva dimensión a esta práctica: nos permite inspirarnos en la experiencia de otros, comprender nuestra historia en el contexto de las demás, sentirnos profundamente escuchados si deseamos compartir lo que hemos escrito. El silencio de un taller de escritura es intenso, vibrante, lleno de energía. Nos lanzamos juntos al torrente de palabras, buscando cada uno su verdad, contagiándonos valor, sin oponer resistencia. Respiramos.
Emergemos cada vez un poco más valientes, un poco más confiados.
Nunca dejará de sorprenderme.»
Gracias Marisé.